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Blog Erotico: La prima, parte 1

Actualizado: 11 dic 2023

¡Hola! Amigo lector. Gracias por leer la primera entrada de nuestro Blog Erotico de Enciendete Gt. Deja volar tu imaginación y disfruta de este relato erótico. Te recomendamos que, si lo vas a leer solx: prepara tu juguete y tu lubricante, porque seguro la historia hará que te toques. Si lo van a leer en pareja: preparen todo para un rato de placer. Saquen las esposas, los vibradores y los lubricantes que seguro los necesitarán.


¡Qué lo disfruten!


 

BLOG EROTICO: LA PRIMA

Blog Erotico

Todo comenzó en el 2005, cuando mi prima Andrea, de 18 años en ese entonces, cautivó mi mirada por primera vez. En esa época, ella solía llevar el cabello rubio y largo con algunos destellos dorados que la hacían ver espectacular. Una cara hermosa, con un lunar en su mejilla que la hacía ver muy atractiva. Su moda era la típica moda juvenil de finales de los años 90 y principios de los 2000, con atuendos que reflejaban la cultura pop de la época: crop tops que dejaban al descubierto la parte inferior del abdomen mostrando su arete en el ombligo y, por supuesto, mostrando sus pechos redondos y de tamaño perfecto para su cuerpo, jeans de tiro bajo pegado en la parte de las caderas, resaltando su gran trasero, acampanado en la parte inferior y, por supuesto, no podían faltar los tenis de la época. De 1.72m de altura y una piel blanca, era una chica que, definitivamente, cualquier hombre voltearía a ver.


Tras el paso de los años nos distanciamos físicamente, ya que me fui a estudiar Hotelería a ciudad de La Plata y ella se quedó en nuestra natal Córdoba. A pesar de la distancia, mantuvimos muy buena comunicación por chats, llamadas, mensajitos y todo lo que se podía utilizar durante aquella época. Nos tomamos un cariño muy profundo ya que nos teníamos el uno al otro en los tiempos más difíciles. Durante mi estadía en La Plata, que fueron 7 años ya que estudiaba y trabajaba, Andrea tuvo dos hijos y se convirtió en madre soltera, así que cuando podía le mandaba ayuda económica para ayudarla con sus estudios y también para ayudar a los gastos de la casa que, por cierto, ella aún vivía con mis tíos.


Al terminar mis estudios, decidí hacer, junto con varios amigos de promoción, una pequeña fiesta de graduación y le comenté que me encantaría que viniera a mi fiesta. Ella, muy emocionada, me dijo que le encantaría ir ya que, por sus hijos y el trabajo, estaba muy agobiada, cansada y casi no salía de fiesta ni tenía encuentros íntimos y que le encantaría conocer a mis amigos. Necesitaba relajarse, desestresarse y, aprovechando, conocer la ciudad ya que nunca había tenido la oportunidad de ir. Sin embargo, había un problema: me solicitó que les hablara a mis tíos para ver si la dejaban ir. En ese momento, perdí las esperanzas de volver a verla, no obstante, tenía que probar. Mis tíos la tenían muy controlada por el hecho de ser madre soltera, por lo que tuve que pedirles permiso de que mi prima pudiera venir a La Plata y para mi sorpresa ellos accedieron. Sin más ni menos, le conté la noticia y ella se puso muy feliz, por lo que inmediatamente empezamos a planear el viaje de Córdoba a La Plata, el cual tiene una duración de 8 horas aproximadamente. Ella me dijo que no tenía mucho presupuesto y que si la podía apoyar con dos cosas: la primera, que entre los dos pagáramos el boleto del bus y, la segunda, que si se podía quedar en mi apartamento para no gastar en hotel. Por supuesto, yo accedí a ambas peticiones y mi mente voló sólo de pensar que ella se quedaría conmigo.


Pasaron los días y seguíamos organizando su visita a la ciudad: los lugares que teníamos que conocer, el itinerario del bus, el punto de encuentro entre otros, hasta que por fin se llegó el día. La esperé en la terminal de buses tal y como habíamos acordado. Llega su bus y, después de 7 años, la veo de nuevo: una mujer hermosa de 25 años, piel blanca pero bronceada, unos exuberantes pechos y unas caderas impresionantes. Sólo de verla, se encendió la chispa del deseo. Sin embargo, sabía que era mi prima y que ella no tendría esas intenciones, por lo que traté de relajarme y pensar en otra cosa. Cuando nos vimos, nos dimos un gran abrazo e inmediatamente nos fuimos a mi departamento que, por cierto, era algo pequeño. 36 metros cuadrados que consistían en: una habitación, un baño, sala comedor y cocina junto. Lo suficiente para un estudiante universitario. Nos fuimos casi que abrazados todo el camino y contándonos cosas sin sentido. Al llegar, eran aproximadamente las 2 de la tarde, le digo:

  • Raúl: “Oye prima, la fiesta es hasta las 9 de la noche, por lo que me daré un baño para ir limpio y fresco.”

  • Andrea: “¡Qué buena idea! Yo también necesito un baño, las 8 horas de viaje estuvieron muy duras ya que salí de madrugada. Dormí la gran parte del viaje, pero ya sabes cómo son los buses. No puedes dormir todo el viaje. Por cierto, tengo mucha hambre. ¿Qué dices si comemos algo antes de la ducha?”

  • Raúl: “Perfecto, únicamente que no tengo comida para preparar. ¿Qué te parece si vamos a comprar comida?”

  • Andrea: “Claro que sí, tú vives aquí así que vamos a tu lugar favorito. Yo invito.”

Y así lo hicimos, fuimos a comprar comida a un puesto de comida donde vendían el mejor espagueti que se puede comer. Mientras esperábamos la comida, entre charla y charla, hablamos de cómo había sido su vida durante este tiempo y me contó que tenía mucho tiempo de no salir de fiesta ni de tomar y que estaba muy emocionada por la fiesta de la noche y que esperaba conocer a alguien. Luego, al entregarnos la comida, noté que no teníamos nada para tomar así que le consulté que qué le gustaría tomar. En mi mente, pensaba que me diría un refresco o alguna gaseosa. Sin embargo y para mi sorpresa, ella me responde que le gustaría tomar algo más fuerte para estar lista para la fiesta y acordamos comprar cerveza. Así que pasamos a una tienda de conveniencia y compramos 6 cervezas y luego nos fuimos al departamento.


Tuvimos una plática muy agradable entre primos, ella me contó sus aventuras, cómo fueron sus embarazos y que hacía mucho tiempo que no tenía sexo, más que con su juguete sexual. Le pedí más detalles y me contó que había tenido los mejores orgasmos de su vida con su juguete y que, sin duda, lo volvería a comprar. Me contó rápidamente que el juguete lo introduce en su vagina mientras éste estimula su clítoris. Al escuchar eso, por supuesto que lo imaginé y me empecé a calentar. Yo le conté a ella cómo era vivir en otra ciudad, la cultura, la gente y, por supuesto, mis aventuras sexuales que hacía rato no tenía. La plática poco a poco iba subiendo de tono, pero siempre como primos, hasta que: ¡Se acabaron las cervezas! Los dos con ganas de seguir tomando y continuar la charla, decidimos ir a comprar más cervezas, en esta ocasión sólo compramos cuatro cervezas ya que en la noche iba a haber más alcohol. Al regresar, la charla siguió, pero ya con temas más triviales y cotidianos.


Llegaron las 5:30pm y decidí que era momento de tomar una ducha y, si me daba tiempo, descansar un poco antes de la fiesta. Debido a que sólo había un cuarto y un baño, voy al ropero a sacar un poco de ropa cómoda (un short y una camisa de fútbol) para poder cambiarme después de la ducha. Andrea, al ver mi ropa, me pregunta si tengo algo similar para ella ya que no se quería poner su vestido tan temprano y no traía mucha ropa. Al ver su cuerpo, para encontrar la ropa adecuada para ella, noté de nuevo sus caderas anchas, piernas grandes pero tonificadas, unas nalgas grandes y redondas, un abdomen completamente plano y sus enormes pechos. No pude evitar fantasear con ese cuerpo y ella lo notó. Encontré un short y se lo di rápidamente, tratando de alejar esos pensamientos de mí. Ella me dijo que se cambiaría y así lo hizo, al salir de la habitación, ya con el short puesto, veo sus piernas blancas y perfectas; al ver su trasero de lado noté que era perfecto y, debido a que la camisa le quedaba ajustada, vi sus enormes pechos. Tenía un cuerpo despampanante y yo, quizás un poco borracho, empiezo a tener una leve, pero notoria, erección. Ella me dice, con un poco de picardía en su rostro:

  • Andrea: “Oye primo, ¿Qué tal me queda la ropa?”

  • Raúl: “Te queda justo a la medida, te luce muy bien. No recordaba que tuvieras tan hermoso cuerpo.”

  • Andrea: “Ya, bobo. Mejor vete a bañar que luego me toca a mí”

Yo no podía dejar de verla y mi erección era notoria, así que rápidamente me dirigí al baño, tratando de ocultar el bulto en mi pantalón. Al entrar al baño, me quito el pantalón, enciendo la regadera y empiezo a masturbarme pensando en ella, recordando cómo le quedaba ese short pegado y apretado, marcando su cameltoe. Empiezo a fantasear pensando en ella y en cómo sería el juguete que tiene y qué tanto placer le da; la imagino en su cama, masturbándose; imagino esos labios vaginales, que se le marcaban en el short y que no podía quitar de mi mente, muy lubricada y mojada mientras se tocaba. Mientras la imaginaba, tenía una erección enorme: las venas en mi pene resaltaban como nunca y calculé que tenía unos 18-19cm de largo y estaba más gruesa que de costumbre. Estaba a punto de acabar pensando en ella, pero me contuve. Decidí calmarme y alejar esos pensamientos de mí. Sabía que no estaba bien masturbarme pensando en ella y que no tendría ninguna oportunidad ya que el plan de ella era conocer a mis amigos y estar con alguno de ellos. Terminé de bañarme, ya sin esa enorme erección, me cambié y salí del baño. Ella, sentada en el sofá con su sonrisa de picardía, se levanta y me dice:

  • Andrea: “¿Qué estabas haciendo, primo?”

  • Raúl: “Nada prima, únicamente tomando una ducha. ¿Por qué la pregunta?”

En ese momento, veo que en el short se le sigue marcando su cameltoe pero ya con una línea mojada entre cada labio. Mi corazón empieza a palpitar y empiezo a tener, de nuevo, una incontrolable erección.

  • Andrea “Sólo tenía duda, ya que escuché unos ruidos”

  • Raúl: “Quizás habrás escuchado los ruidos de la ducha, ya que sólo eso hice”

  • Andrea: “Está bien, te creeré, es mi turno de ducharme. Sólo sacaré ropa íntima de mi maleta, mientras tú me alcanzas una toalla, ¿vale?”

Mi corazón estaba latiendo a mil por hora. La erección que tenía era, incluso, mayor a la que había tenido en el baño. Ella lo notó (ya que con mi ropa se marcaba aún más) y sacó su ropa íntima con encaje de su maleta, me volvió la mirada e hizo una sonrisa que me encendió aún más. Yo me quedé atónito mientras ella se volteaba e iba caminando al baño. Hasta ese momento vi que el short que le había dado le llegaba a la mitad de las nalgas. Su caminado era muy sexy, más de lo normal y sabía que me estaba provocando. ¡No podía quitar la mirada de ese espectacular cuerpo!


Reaccioné, y recordé que le tenía que alcanzar la toalla, así que abrí el armario, saqué la toalla y la usé para ocultar mi erección. Ella estaba por cerrar la puerta, así que me le acerqué y le dije:

  • Raúl: “Oye, ¿no te falta algo?”

  • Andrea: “Sí, claro que me falta algo que espero conseguir esta noche”

  • Raúl: “Yo espero lo mismo, pero justo en este momento lo que te falta es una toalla”

Le entrego la toalla y en ese instante me volteo para que no vea mi erección. Escucho una risa traviesa y luego escucho cómo se cierra la puerta. En ese momento, mi calentura era tal, que me saco el pene del short y me empiezo a masturbar. No sabía si era mi imaginación o si ella estaba haciendo lo mismo, pero escuché un pequeño gemido proveniente del baño lo cual hizo que mi calentura llegara a niveles extremos. Sin pensarlo, me acerqué a su maleta para ver su ropa íntima y, en eso, encuentro su juguete. Era un vibrador de conejito color fucsia, de esos tipo Rabbit como comúnmente se les conoce. Ver su juguete hizo explotar mi cabeza. Lo agarré con una mano mientras me masturbaba a toda velocidad con la otra. Al agarrarlo, sentí que estaba un poco caliente, como si lo hubieran usado. Al examinarlo a detalle, veo que está mojadito y que, definitivamente, Andrea se había masturbado en mi sofá mientras yo lo hacía en la ducha. Mi excitación estaba a tal nivel, que, sin pensarlo, me metí el juguete a la boca para probar sus fluidos. Nunca había experimentado algo similar y, a eso, hay que sumarle el morbo de que era mi prima. Estaba demasiado excitado, a punto de llegar al clímax cuando escucho que Andrea apaga la regadera. Sabía que no tardaría en salir y la excitación se convirtió en preocupación. Mi pene, goteando, lo guardé rápidamente en el short y la erección desapareció casi al instante. Dejé el juguete en su lugar y rápidamente me dirigí a la habitación y me acosté, nuevamente tratando de alejar los pensamientos obscenos de mí. Andrea demoró, aproximadamente, 15 minutos en salir del baño. En ese tiempo que transcurrió, me quedé dormido hasta que ella me despertó. Al abrir los ojos, veo que se estaba secando el pelo y noto que eran las 6:30pm y me dijo que, al igual que yo, tomaría una siesta, pero que ella lo haría en el sofá.

  • Andrea: “Oye, ¿te molesta si tomo una siesta en el sofá? El viaje, madrugar, las cervezas y la ducha me han relajado bastante y necesito energía para la fiesta de la noche”

  • Raúl: “¿Cómo crees? Mi casa es tu casa. Por favor, acuéstate aquí en la cama. Yo me iré al sofá”

  • Andrea: “No primo, yo soy la invitada así que yo me acuesto en el sofá”

En ese momento, yo seguía un poco dormido así que no tenía mucha claridad de lo que estaba pasando. Al abrir bien los ojos, veo que tenía de nuevo el short marcándose todo. Sin embargo, debía de mantener la postura.

  • Raúl: “No aceptaré un no por respuesta. Dale, acuéstate aquí y yo me voy”

  • Andrea: “Está bien, ¿qué te parece si nos acostamos los dos? En la cama hay suficiente espacio”

  • Raúl: “Vale, los dos podemos dormir aquí. Yo me pondré en una esquina, viendo hacia un lado y tú puedes quedarte en la orilla viendo hacia el otro lado”

Ella sonrió al escuchar mis palabras y, entre risas, nos logramos acomodar en mi cama. Para ese momento, ya no tenía tanto sueño, así que nos pusimos a charlar los dos acostados, eso sí, cada uno en su lado. Entre la charla, y agradeciéndome porque se la estaba pasando muy bien, me dice que tenía frío. Así que, inmediatamente, me levanté y fui por una cobija y la tapé. Me cercioré de que estuviera cómoda y que ya no tuviera frío y me acosté en mi lado de la cama. Seguimos charlando por un rato y me deja saber que tiene sueño y que quiere dormir un rato antes de la fiesta. Por supuesto, le dije que no había problema y que yo también intentaría dormir. En ese momento, me tapé con la cobija, nos acomodamos y ella me dio la espalda.


Un escalofrío recorrió mi cuerpo. Mis pulsaciones, de nuevo, estaban a tope y estaba muy nervioso, como nunca. Yo estaba boca arriba y ella estaba a la par de mí, muy cerca, dándome la espalda. Lograba sentir el calor de su cuerpo. Sabía que un pequeño movimiento de mi mano y rosaría sus nalgas. Sólo de pensar eso, me excitaba y los nervios recorrían mi cuerpo. Trataba de pensar en otra cosa, pero era imposible. Estaba excitado y era un sentimiento que no podía negar. Cerraba mis ojos y, por más que quería distraer mi mente, sólo estaba ella. Recordaba el sabor de sus fluidos que los probé en su juguete. Recordaba cómo tenía de mojado su cameltoe. Estaba teniendo una erección y no lo podía controlar. Cada vez más, acercaba un poquito mi mano. De milímetro en milímetro iba en búsqueda de aquello prohibido, pero que lo tenía tan cerca. Estuve fantaseando con ella, intentando tocarme sin que ella se diera cuenta. Lo tenía muy claro: la deseaba como a ninguna otra. Tenía que estar con ella, sin importar lo que costara. Estaba muy excitado, con una erección en camino, planeando cómo tocarla. En lo que hacía mi plan, pasé unos momentos sin moverme y en eso ella se mueve, tratando de acercase a mí. Me di cuenta de dos cosas: que ella estaba despierta y que era momento de actuar, así que le digo, con el corazón acelerado y una voz un poco temblorosa por los nervios:

  • Raúl: “Oye prima, hace frío, ¿no te parece?”

  • Andrea: “Sí primo, tengo mucho frío”

En ese momento, acerco mi mano a su espalda y la empiezo a sobar para ver qué reacción tendría ella. Yo intentaba alejar mi pene, por si ella no quería nada, que no notara mi erección. Sin embargo, la erección era evidente y sería cuestión de un momento para que ella la notara. Así que, hice mi jugada.

  • Raúl: “¿Y si te acercas a mí? Quizás si nos pegamos un poco ya no nos dé tanto frío”

  • Andrea: “Tienes razón, quizás cerca nos quitemos el frío”

Esas últimas palabras resonaron en mi cabeza. Lo dijo con un tono seductor y yo sabía cómo terminaría esto. Ella se acercó a mí, puso su trasero pegado a mi cuerpo. Había llegado el momento y no lo iba a desaprovechar. Me di la vuelta, me puse de lado y la abracé por la espalda pegándole mi miembro en sus nalgas y en eso escucho, con una voz seductora:

  • Andrea: “Primo, ¿qué estás haciendo?”

  • Raúl: “Nada prima, únicamente me pego a ti para quitarnos el frío”

  • Andrea: “Está bien. Hay mucho frío y un poquito de calor nos hará bien a los dos”

En ese momento, me le pegué bien y mi pene estaba a punto de estallar. Sentía cómo palpitaba e hice lo posible para que ella lo notara. Ya no aguantaba más. Así que metí mi mano en su blusa y empecé a masajear y acariciar esos enormes pechos. Ella no decía nada, únicamente escuchaba su respiración agitada, extasiada, gimiendo suavemente como que, si tratara de que nadie más la escuchara, como si hubieran más personas en el departamento.


Escuchar sus suaves gemidos era música para mis oídos, era un manjar auditivo. La volteé con fuerza, le quité la blusa y empecé a mamarle los pechos. Ella me tomaba de la cabeza y me empujaba hacia sus pechos. Sabía que le estaba gustando. Cada vez gemía más y más fuerte hasta que decidí bajar mi mano, y al meterla en ese short sentí cómo estaba de mojada. Sus jugos vaginales escurrían y mis dedos fácilmente podían acariciar su clítoris. Ella gritaba de placer. Estaba a punto de alcanzar su primer orgasmo mientras yo seguía chupándole los pechos y sobando su clítoris, en eso decido meterle dos dedos: el anular y el de en medio. En ese momento escuché un grito de placer como nunca lo había escuchado. Sentí cómo llenaba mi mano de sus líquidos vaginales. Sentí sus piernas temblar. Lo estaba logrando. ¡Mi prima estaba teniendo un orgasmo en mi cama! Seguí haciéndolo por unos momentos y ella gozaba de placer, se retorcía, gemía, gritaba y me pedía más.


Procedí a quitarle el short, el cual estaba empapado. Vi su vulva, depilada, mojada. Era un sueño hecho realidad. Sólo con verla, sabía que tenía que pasar mi lengua por todos sus fluidos. No resistí y me la comí enterita. Al bajar, ella abrió las piernas para que pudiera hacer de las mías. Pasaba mi lengua por su clítoris, lo acariciaba con mi lengua mientras le metía dos dedos en su vagina mojada. Ella me jalaba la cabeza para que lo siguiera haciendo. Cada vez movía mis dedos más rápido, hacia adentro y hacia afuera, mientras mi lengua hacía de las suyas en su clítoris. El orgasmo venía en camino mientras yo tenía una erección gigante y masajeaba mi pene con la mano que tenía libre. Era una escena de película hasta que llegó el segundo orgasmo. Ella gritaba y me empujaba la cabeza hacia su clítoris con las piernas. Gemía de placer mientras yo me masturbaba con mi mano libre. Sucedió. Acabó en mi boca. Sentir su elixir en mi boca era lo más excitante. Necesitaba penetrarla con urgencia, sentía cómo palpitaba mi pene. Me pongo de pie y le pongo mi pene de 19cm, grueso y venudo en su cara y ella me la empieza a mamar. Lo hacía de una manera tan exquisita que casi me vengo un par de veces. Escuchar sus gemidos, mientras me la mamaba, usando su mano derecha acariciándome el miembro y tocándose la vulva con su mano izquierda. Estaba a punto de acabar. Me hago a un lado para evitar correrme y le digo:

  • Raúl: “Te ordeno que te pongas en cuatro, prima”

  • Andrea: “Claro que sí, amo.”

Y así fue. Ella masajeaba su clítoris mientras estaba en cuatro. Sus nalgas parecían de película, estaban espectaculares. Al ver esa escena, no aguanté más y se la metí entera. Ella gemía de placer, era cuestión de un par de minutos para que tuviera otro orgasmo. Así que la seguí penetrando, cada vez con más intensidad, fuerza y rapidez. Ella me pedía que le diera más duro y eso hacía. Sentí cómo sus líquidos empezaban a chorrear en mí, mientras escuchaba un gemido exquisito. Su tercer orgasmo estaba en proceso y no lo iba a desaprovechar, por lo que decidí tomarla de sus pechos con mis dos manos e introducir todo mi pene, en ese momento se culminó el orgasmo con un grito.


Le pido que se acueste boca arriba, agarro sus piernas y me las coloco en los hombros. Le paso mi pene por toda su vulva previo a introducirlo. Al rozar mi pene, logro ver su cara de satisfacción. Le meto mi pene y escucho un grito de placer. Empecé suave para ir aumentando la velocidad. Podía escuchar el sonido de nuestros cuerpos chocando; se escuchaba como si estuvieran mojados y claro que lo estaban: estábamos empapados en sus fluidos.


Ella gemía, se retorcía del placer. Los orgasmos en esa posición venían uno tras otro que hasta perdí la cuenta. Sus piernas en mis hombros temblaban de tanto placer. Yo estaba excitadísimo y sabía que en cualquier momento me iba a venir. Ella estaba por tener un orgasmo más y yo no aguanté. Intenté salirme, pero ella me pegó a su cuerpo, pidiéndome que me viniera adentro. No aguanté. Acabé como nunca adentro de mi prima. Ambos estábamos teniendo el orgasmo de nuestras vidas. Éxtasis puro recorriendo nuestros cuerpos, sabiendo que el otro está teniendo un orgasmo al mismo tiempo. ¡Fue una sensación espectacular!


Al salir de ella, veo cómo su vagina escurría de mi semen y de sus fluidos. Ella, al ver mi pene grueso, todavía con erección y lleno de fluidos, se lanza sobre mí. Me la mama completa. La limpió toda. Se lo tragó todo. Eso me prendió muchísimo. Era la mejor mamada de mi vida, jamás había experimentado algo así. Era tanto el placer, que tuve que apartarla del éxtasis que me provocaba.


Caí rendido en la cama, mientras ambos jadeábamos. Con la voz agitada, me dice:

  • Andrea: “Vaya primo, no sabía que tenías esas cualidades. Nadie me había dado tantos orgasmos en mi vida. ¡Hasta perdí la cuenta!”

  • Raúl: “Desde hace siete años que deseaba hacerte esto. Tenía que aprovechar la oportunidad de hacerte mía”

Ambos reímos mientras poco a poco nos quedamos dormidos.


Continuará...


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2 Comments

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Chise saikano
Chise saikano
Dec 07, 2023
Rated 5 out of 5 stars.

¡Me encanta la idea de experimentar con estas historias!, ¿es posible que sea un spoiler sobre nuevos productos como libritos sexys? 😍


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Guest
Dec 06, 2023
Rated 5 out of 5 stars.

Excelente relato 🔥

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